Sentirnos amados y conectadxs con lxs demás es una necesidad básica humana y es una de las claves para poder sentirnxs segurxs y relajaxs, es uno de los mecanismos que ayudan a destensar el sistema nervioso.
Sin embargo, una de las dificultades que expresan mis clientes muy a menudo es la de mostrarse tal como son. Poder darse permiso para ser unx mismx en presencia de lxs demás, sin justificar, compensar, adaptar, pretender, disimular, hacerse de más o de menos, manipular…
Me atrevería a decir que a todxs nos sucede un poco, al menos a veces. No importa el tipo de vínculo y lo que compartamos aunque, evidentemente, cuanto más íntimo y/o importante el encuentro, más vulnerables somos a que se activen nuestras heridas y traumas. Amantes, padres, hijos, amigxs, jefxs, colegas…
Según el psiquiatra Bessel A. Van Der Kolk, experto en estrés postraumático, “Ser capaz de sentirse a salvo con otras personas es probablemente el aspecto más importante de la salud mental; las conexiones seguras son fundamentales para tener vidas significativas y satisfactorias.”
Por desgracia, aún si nos hemos librado (los más afortunados) de otros tipos de trauma, en general quien más y quien menos hemos sufrido lo que llamamos traumas de desarrollo:
En la infancia, todos hemos dependido de nuestros cuidadores para sentirnos seguros y poder calmarnos, y esto dependía de si nos consolaban al llorar, si nos prestaban suficiente atención, nos sonreían, nos hablaban en un tono adecuado, etc. Dependiendo de la calidad de estos intercambios pudimos desarrollar mejor o peor la habilidad de regulación de nuestro sistema nervioso parasimpático. Cuando este intercambio no se sentía agradable o seguro, aprendimos a disociarnos de nuestro cuerpo para dejar de sentir. El resultado es que entonces nuestra respuesta es sólo mental y está desconectada de lo que realmente está sucediendo. Esto limita nuestra capacidad de saber real y claramente qué es lo que queremos y lo que no, qué nos da placer, nos sienta bien… y qué nos está haciendo daño.
La corregulación es la habilidad que tiene nuestro sistema nervioso de calmarnos simplemente teniendo a otra persona a nuestro lado compartiendo el contacto físico, escuchando su voz calmada u observando las expresiones amables de su cara.
Debido no sólo a los traumas de desarrollo, sino también a los que hayamos podido sufrir de otra índole, necesitamos aprender de nuevo a mejorar la capacidad de estar relajadxs y presentes en nosotrxs mismxs en presencia de otra/s persona/s, y así mejorar la calidad de las relaciones. Aquí tienes algunas pautas para poder hacerlo :
- Ve más lentx para poder estar presente en tus sensaciones físicas: hablar, moverte, responder, reaccionar más lentamente, darte el tiempo para escuchar y sentir el efecto en tu cuerpo.
- Respira mucho más. Incluso cuando hables o hagas tú, pon más consciencia en tu respiración, eso te llevará al cuerpo y te ayudará a ir más lento.
- Detente y pide una pausa en cualquier momento que sientas que tu cuerpo se contrae y empiezas a estar menos cómodx.
- Enraízate: Lleva la atención a tus pies y a las partes de tu cuerpo que son sostenidas/apoyadas por el suelo, la silla.
- Busca con la vista referencias que sean objetivas y te den seguridad.
- Comparte con la/s otra/s persona/s y comprueba si lo que estás sintiendo es cierto, está sucediendo o es tu percepción subjetiva.
- Busca y pide lo que necesitas para poder relajarte de nuevo: tomar distancia, hablar, aclarar algo, ser miradx, habladx o tocadx de una determinada manera, etc. Tú eres el adulto que cuida de ti ahora.
Éstas son algunas de las herramientas que aprendemos en el Arte del Consentimiento mediante la exploración de las prácticas de la Rueda del Consentimiento.
Podemos mejorar nuestra capacidad de intimidad y de corregulación en el contacto con otra/s persona/s cuando exploramos y practicamos dinámicas y herramientas que nos permiten ralentizar la acción y conectar con nuestro cuerpo, pues es éste el que nos va a indicar el grado de comodidad y, por lo tanto, seguridad que estamos sintiendo, permitiéndonos ajustar nuestra interacción con la otra persona hasta que nuestro sistema nervioso esté realmente relajado. Esto va a abrir la puerta del placer y el disfrute de lo que sea que compartamos, porque donde hay tensión y alerta, no puede haber un profundo gozo. Sólo en el abandonarse aparece el disfrute, el éxtasis y la verdadera sensación de unión.