¿Por qué surgen malentendidos a veces cuando pedimos algo, estropeándonos la experiencia?
La respuesta es sencilla: Porque a veces sabemos quién lo hace pero no sabemos PARA QUIÉN ES lo que pedimos.
Si le pregunto a Pol “¿Puedo poner mi mano en tu rodilla?” y me dice que sí, aparentemente tenemos un acuerdo. Lo hago y ya está. Con su consentimiento.
La definición de consentimiento es el acuerdo de lo que puede suceder y lo que no entre dos o más personas. Sin embargo, este consentimiento no será claro y completo hasta que sepamos “para quién es” la acción:
· Puede que yo esté nerviosa y tocar la rodilla de Pol me calme por sentir cercanía en el contacto físico (tocarle es para mí).
· Puede que haya notado que Pol está nervioso y, como le cuesta pedir ayuda, se lo ofrezca para darle apoyo (tocarle es para él).
· Puede que me gusten esos pantalones que lleva y quiera tocar la tela para ver cómo es (tocarle es para mí).
· Puede que John me guste y me sienta atraída por él (tocarle es para mí)
· Puede que Pol me haya dicho que le duele la rodilla y me ofrezco a examinarla porque soy fisioterapeuta (tocarle es para él).
Sea cual sea mi motivación, sin más información, las expectativas de Pol pueden ser cualquiera de estas opciones y muchas más, de manera que, por ejemplo, los dos pensemos que lo hacemos por la otra persona y nos sintamos decepcionados cuando no nos lo agradezca.
Por eso es tan importante saber claramente para quién es. No necesariamente tiene que ser una petición u oferta de contacto. Este modelo sirve para cualquier otra acción (escuchar, ir a algún sitio, cualquier cosa).
Por ejemplo: “Pol, ¿quieres venir en mi coche a la fiesta el sábado?”
· Puede que sepa que Pol no tiene coche (es para él).
· Puede que esté lesionada y no pueda conducir, o me dé miedo conducir de noche sola (es para mí).
· Puede que Pol sea abstemio y necesito que alguien conduzca mi coche para poder beber en la fiesta (es para mí).
· Puede que me guste Pol y sea una manera de pasar más tiempo con él (es para mí).
· Puede que a Pol y a mí nos encante ir en coche juntos con la música a tope (es para los dos).
A veces es evidente, pero no siempre. Cuando lo acordado no funciona, tenemos que revisar qué presunciones hemos hecho, qué expectativas teníamos y para quién estaba actuando cada unx. Y si al hacer la petición, ofrecimiento o propuesta podemos aclarar para quién es, nos aseguraremos de poder disfrutar de la experiencia.
Éste es el mapa que nos regala la Rueda del Consentimiento, al añadir la pregunta “Para quién” a “Quién lo hace”.

Y por supuesto, también puede ser para los dos. Esa opción no nos la ofrece la rueda.
Espero que te haya sido útil. Si quieres aprender y experimentar más sobre éstas herramientas, mira nuestros próximos talleres sobre consentimiento. Tienes más información aquí.